La ponencia desmonta las tres críticas que se le han hecho tradicionalmente a la Ley de Mediación de 1992: que conduce a la desprofesionalización, que entregaba la actividad de mediación a las entidades bancarias y que se hizo a espaldas de la Comisión Europea. En contraposición a estas críticas, el ponente aduce siete objetivos que consiguió esta ley.