Este trabajo describe la creciente necesidad que los gobiernos encuentran para reformar los sistemas de pensiones, especialmente a raíz de la reciente crisis financiera y el rápido envejecimiento de la población. El estudio identifica dos tipos principales de las reformas estructurales: la que vincular automáticamente los parámetros del sistema público de pensiones a la demografía o a criterios actuariales, y las que llevan a una sustitución parcial del sistema de reparto por planes de pensiones privados, y la transferencia de un parte de las cotizaciones a la Seguridad Social a un sistema de capitalización basados en la fórmula de aportación definida (AD). Mientras que ambos tipos de reforma logran un mejor equilibrio financiero del sistema público en el largo plazo, su diseño puede tener implicaciones muy distintos sobre suficiencia y equidad que los políticos deben abordar.