Los acusados, puestos de común acuerdo, siguiendo un plan preconcebido y con la finalidad de obtener una indemnización de carácter económico, celebraron varios contratos de seguros de robo con diversas compañías aseguradoras simulando que habían sido objeto de robos, siempre por personas desconocidas a las que nunca identificaron, en su domicilio particular, en el chalet de la hija y en el esablecimiento de expendeduría de loterías, cobrando por los hechos denunciados que no correspondían con la realidad, y así efectuar las correspondientes reclamaciones de las aseguradoras, y en algunos casos denunciando dos veces el mismo suceso a compañías aseguradoras distintas y así poder solicitar la correspondiente indemnización a ambas.