El autor se muestra en contra de ciertos mitos acerca de la función comercial y sobre los vendedores que en ella desempeñan su trabajo, considerándola como una función de poco valor. Considera que cualquier empresa que quiera tener éxito sólo podrá hacerlo si cuenta con una red de vendedores profesional que sean capaces de generar vínculos emocionales con sus clientes. Para demostrar su idea, pone un ejemplo de cómo el vendedor es el que marca la diferencia. Finalmente, considera que las organizaciones deben de estar volcadas en que sus vendedores sepan lo que tienen que hacer, quieran hacerlo y realmente lo hagan.