SATRAVILL encomendó a unos arquitectos la construcción de un edificio, para la sede de una concesión de vehículos. Los arquitectos encargaron el cálculo de la estructura que exigía el edificio a la empresa HERARBO y lo incorporaron al proyecto. Este cálculo resultó erróneo por lo que se decidió su demolición. SATRAVILL inició conversaciones con los arquitectos y su aseguradora para el pago de las indemnizaciones correspondientes. Al no haber dado resultado las conversaciones con la aseguradora respecto a todo lo reclamado por la dueña de la obra en concepto de daños y perjuicios y lucro cesante, SATRAVILL demandó a los arquitectos, a su aseguradora, a la sociedad OCTÓGONO CASTELLÓN, a la que pertenecían los arquitectos; a los otros socios y al aparejador.